Texto: Daniel Pérez Galván
Hace ya algún tiempo que se le dio nombre a la sección de un servidor <Fuera de reflector> con la intención de relatar todo lo acontecido en cada evento deportivo, todo aquello que no es perceptible a un gran número de ojos de la afición y que aún está fuera del lente de la cámara.
Hoy toma más fuerza este título para relatar aquello que sucedió en medio de penumbra y total anonimato en la casa de los Panzas Verdes.
Con un resultado final de 1 – 2, La Monarquía salía victoriosa y vitoreada por su misma afición en casa ajena.
Para la parcialidad michoacana todo era celebración al lograr el tan anhelado pase a “semis”. La fiesta parecía comenzar, era evidente en el estadio Nou Camp la alegría y emoción de decenas de aficionados rojiamarillos, en contraparte y quizá un poco más evidente la molestia e inconformidad de todos aquellos fanáticos con camiseta esmeralda, misma que llevó a agresiones hacia los visitantes.
Ojalá y todo hubiera quedado en mentadas de madre y rechiflas a la salida del inmueble ‘de Primera’, sin embargo, no fue así. En medio de la penumbra del filo de la media noche, como es sabido por muchos, el trabajo como prensa se incrementa o apenas comienza, al esperar las declaraciones de técnicos, en la sala de prensa o las mismas reacciones de jugadores protagonistas de las mil emociones del partido.
La conocida como zona mixta no es otra cosa más que esperar al jugador y abordarlo para conocer sus impresiones del partido, antes de que ellos suban al transporte oficial. Justo esperábamos las reacciones de los michoacanos, cuando en total anonimato, desde el estadio o alguna otra parte de alrededor, ‘alguien’ decidió cometer un acto reprobable. Tachable de tantas formas. Lanzar al camión del equipo Monarcas una botella usada frecuentemente para tequila. Lanzarla sin detenerse un momento a pensar si puede hallar blanco en alguna persona. Alguna parte del autobús que deje alguna abolladura o alguna otra cosa un poco mas grave.
O quizá ese era el objetivo principal, lastimar a alguien más con un objeto y así poder sacar la frustración o coraje de no ver ganar a su equipo. Y quizá no halló blanco en ningún jugador o personal de tan odiado rival en la cancha, pero sí en un servidor y un compañero de labor de TUDN.
La botella quedó intacta tras el impacto, pero golpeó fuertemente la zona del empeine del pie derecho de un servidor, provocando un fuerte dolor e inflamación. ¿Se imaginan si el impacto hubiese sido en la cabeza? Mía o de algún compañero. El mismo jugador de Monarcas, Emanuel Loeschbor, se dio cuenta de lo sucedido, observó el proyectil y volteó a ver de donde había provenido.
Si en ese momento algún jugador de Monarcas hubiese estado detenido en entrevista, el proyectil le hubiese lastimado.
Por fortuna no pasó de un golpe en mi pie. Pero esto no puede volver a pasar.