(Texto: Marco Malvido / @MarcoMalvido)
Volvió la alegría vieja. El corazón bombeó sangre rojiamarilla después de mucho tiempo. El entusiasmo creció a niveles insospechados en un inicio de torneo y aunque duele, ya todo terminó.
Se fue el Apertura y con él se va el nacimiento de un ídolo inesperado como ‘El Shaggy’ Martínez. Se va el torneo de la reconciliación de Sansores con la gente. Se va el semestre donde la afición volvió a disfrutar del juego de su equipo. Se van las fotos de Scooby Doo… los Game Days de Monarcas… los tennis del Maestro Guede. Se van tantos bellos recuerdos. Se va también Álvaro Dávila.
Y se quedan las preguntas. ¿Quién tomará las riendas del equipo? ¿Cambiará mucho la estructura? ¿Qué jugadores se van? ¿Qué refuerzos llegan? ¿Repetiremos un torneo tan bueno? ¿Cumpliremos 20 años sin ser campeones?
Poco a poco se resolverán todas estas incógnitas. Pero hay algo que la directiva – los que lleguen y quienes sobrevivan al cambio – deben tener claro, que lo más importante ahora mismo se llama: PABLO GUEDE.
En poco tiempo el DT argentino dejó claro que es el hombre capaz para levantar a esta institución. Con un equipo que no armó y con altas limitaciones línea por línea, hizo lo que hizo. Y no se trata de resultados, sino de formas. Logró hacer jugar muy bien al Morelia y la directiva debe ser totalmente consciente que tiene que brindarle a Guede las herramientas necesarias para que arme su equipo en el Clausura, pero sobre todo, la directiva debe estar ENFOCADA YA en la renovación.
Guede solo tiene contrato por seis meses más y no hay que perder de vista que quien lo trajo fue Álvaro Dávila. Ahora que Dávila no esté, el próximo presidente debe tener como prioridad número uno, la renovación de Guede, para que pueda contar con la posibilidad de desarrollar un proyecto a largo plazo que beneficie al primer equipo y a las inferiores. Si a Guede le permites eso, él estará cómodo y podrá darle al equipo esa segunda estrella que la afición merece.
Se vienen momentos de incertidumbre y fútbol de estufa. Poco a poco se resolverán las dudas de primera mano, pero la clave, el clavo, es mimar a Guede, blindarlo y dejarlo trabajar.