Por fin lo entiendo. Este es el inicio de un proceso.
Las memorias de los colores van a estar guardadas en el alma hasta la eternidad.
Al final no importa si son franquicias diferentes (Monarcas Morelia y el Atlético Morelia), porque ambas llevan los mismos colores y representan a esta ciudad y eso es lo que termina por volver a enganchar.
Es bonito volver a sentir, sean cuales sean los motivos.
Quedó afuera el Canario. Pero esto es apenas el comienzo. Pasar del despojo veraniego de Monarcas en plena pandemia y aquel drama, a la emoción de una liguilla decembrina, no es poca cosa.
Conforme avance el tiempo, la pasión y el enamoramiento van a crecer, al grado de que cuando ya se juegue por un Ascenso, habrá un apoyo aún más fuerte para este equipo porque se juntarán ‘las ganas de comer, con el hambre’. Es decir, el deseo de Volver a Primera, con la posibilidad real de hacerlo.
Y es así, este es el inicio de un proceso. En Morelia y para decenas de miles de michoacanos que radican ya sea dentro, o fuera del estado, el fútbol es parte de sus vidas y tener un equipo que represente los colores y la ciudad, siempre será motor de pasiones.
En ese sentido, Morelia es una plaza invaluable. Con una afición especial, exigente, pero entregada y orgullosa de sus colores.
El rojo y el amarillo representan una identidad que es difícil entender para quienes no lo viven y este año en particular, ha sido cruel con quien siente y entiende lo que representa ser rojiamarillo.
Por eso:
No importa si hubo mudanza.
No importa si se juega en Expansión.
No importa si no hay Ascenso.
No importan los nombres y apellidos.
No. Nada de eso importa.
Acá lo que importan son los colores y mientras el rojo y el amarillo iluminen con su presencia el campo de juego, en cualquier categoría, también estará llena de color la pertenencia de quienes alguna vez lo han sentido.
Esto es lo que aprendí este año de la VERDADERA AFICIÓN.
Marco Malvido.