¡Gracias Carlos y hasta siempre, eres eterno!

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Entender lo que significa Carlos Morales para Monarcas y su afición, nos costará muchos años. En el futbol actual es cada vez más difícil encontrar jugadores que defiendan sin censura siempre el amor por sus colores, como lo hizo él.

Plática con orgullo que él fue el primer jugador que Álvaro Dávila contrató cuando asumió como presidente de Monarcas 20 años atrás. La gratitud a partir de aquel momento siempre ha sido fehaciente por parte del zurdo de La Piedad. Pagó en la cancha y pagó afuera de ella. Con un golazo. Con una sonrisa, con una declaración atenta, aunque el momento deportivo le doliera.

Carlos derramó sangre, sudor y lágrimas por el equipo. Al menos en un par de ocasiones, se despojó del pudor y reventó en llanto cuando las cosas no salían en la cancha. ¿El motivo? Su amor por los colores. La impotencia de no poder entregarle a la gente, traducido en puntos, el esfuerzo que él siempre ha visto por parte de la directiva. Por eso lloraba.

Dice que es uno más en una selecta lista de hombres que han defendido los colores del Morelia y que la afición convirtió en leyendas. Pero no se vanagloria de ello. Entiende su conexión con el equipo como algo genuino. Morelia le abrió las puertas y él nunca cortó esa raíz canaria. Nunca negó de ella cuando jugó para otros equipos, mucho menos ahora, que ya no jugará más.

Fue parte de aquel único equipo capaz de levantar el título de campeón con Monarcas. Y de entre todas las virtudes de aquella generación de buenos futbolistas dirigidos por Luis Fernando Tena, destaca que en el plantel había michoacanos, gente identificada con los colores y la historia del equipo, que se dejaron todo en aquella temporada.

Haber ganado un título tan temprano en su carrera, le enamoró más del rojo y amarillo. Acarició dos campeonatos más casi de inmediato, contra Toluca y Monterrey. Fue en una de esas finales, que tumbado al lado de un poste derramó sus primeras lágrimas públicas.

Se va Carlitos. Ya no gozaremos de esa zurda privilegiada. Ni de esa dinámica ida y vuelta por la banda izquierda. Se extrañarán sus centros con veneno al área, sus cambios de juego precisos cuando la situación demandaba desahogo, se echará de menos su velocidad mental, su lectura genuina del futbol, su compañerismo, su entrega, su garra, su corazón. Se añorará su esencia. Porque Carlitos es el Morelia y el Morelia es un poco de él.

El viernes se pone por última vez la 28, al menos en lo físico, en un juego oficial. Pero a nosotros nos costará muchos años entender el verdadero valor de su significado como Monarca.

¡Gracias Carlos y hasta siempre. Eres eterno!

(Texto: Marco Malvido)

(Foto: Sergei Román)

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