Redacción.- ¿Qué sería del futbol sin el héroe inesperado?
Muchas historias serían distintas.
La de Monarcas, por ejemplo, no hubiese terminado con un final feliz en la fase regular del Clausura 2018, de no ser por la sorpresiva aparición de un veterano, que impulsado por la experiencia, el amor propio y muchos huevos, galopó hasta el área rival, para fabricar una pared que nadie esperaba y definir con un punterazo ante Barovero.
A Morelia le quedaban siete minutos de vida. Necaxa lo ganaba con todo merecimiento y de prevalecer la derrota, Roberto Hernández no hubiese festejado su tercera liguilla consecutiva.
Los delanteros estaban muy bien marcados. De hecho, Raúl Ruidíaz, el más peligroso, jugaba afuera del área, pegado a la banda, intentando retener el balón.
Ese fue el momento clave. Carlos Gerardo Rodríguez, en la posición en la que más le ha dado al futbol, como lateral de la izquierda, visualizó la jugada en el mapa de su cabeza. Sabía que era ahora o nunca. Observó el hueco, aceleró, se la pidió al peruano y entonces rompió al Necaxa.
Tuvo algún problemita para controlar en el borde del área, pero su objetivo estaba claro y no iba a dejar escapar ese balón. La enderezó con la derecha y al entrar al área, la filtró entre Beckeles, Villalpando y González para Sepúlveda, quien tuvo la virtud, de entender la jugada de Rodríguez.
Le devolvió la pared Sepúlveda y con el alma, en dos tiempos, rapídisimo, control y disparo, ante el manotazo inútil de Barovero. Balón a la red. Gol. Golazo. El primero de Rodríguez como jugador de Monarcas. En qué momento. De qué valor.
Firmado por un héroe inesperado.